viernes, 27 de mayo de 2011

Irreversible

En la versión digital del diario El Tiempo de Mayo 26 aparece publicado un reportaje escrito por una víctima de atraco en un taxi en Bogotá.
La modalidad del crimen, los resultados para la víctima y el escenario no son nuevos.

Lo novedoso del asunto es la respuesta oficial.

Al final de la nota se recogen las recomendaciones de la policía:

"Las autoridades recomiendan pedir un taxi por teléfono y de una empresa reconocida.
En segundo lugar, cuando aborde el vehículo es importante llamar a algún familiar o a la persona que lo esté esperando e informar el número de placas, móvil, marca del carro y nombre del conductor.
El coronel Diego Hernández también recomendó tomar una foto, con el celular, de la tabla de tarifas donde está la información general del vehículo y conductor, y enviarla vía datos a un familiar o a un conocido.
Si tiene alguna sospecha puede apuntar en la palma de la mano el número de placa; según Hernández "la tinta de esfero es muy difícil de borrar. En un caso de atraco la víctima puede ser drogada y dejada en cualquier lugar, al momento de ser encontrada ese dato es fundamental para dar con el paradero de los autores del atraco
".


Me parece increíble que la policía haya aceptado la derrota ante la delincuencia común. En este momento el famoso "no dar papaya" ya está predeterminado. Si usted da papaya está siendo parcialmente responsable por el crimen del cual es víctima. Ahora las potenciales víctimas, es decir todos los ciudadanos de a pie, deben emprender un operativo tecnológico para minimizar las consecuencias negativas producto de un acto de violencia, de un delito.

Por una parte no me quiero imaginar lo que debe sentir un policía en una ciudad que fue abandonada a su (mala) suerte en los últimos años. Trato de comprender la posición de las autoridades luchando contra una bestia de mil cabezas que se alimenta y crece cada día con la injusticia social, la desigualdad, el clasismo y el resentimiento.

Pero al mismo tiempo, como Bogotana de nacimiento y antigua habitante de la ciudad es muy duro para mí ver como gente honesta que vive en Bogotá este siendo forzada a renunciar a libertades y derechos fundamentales gracias a la situación generada por el desgreño del estado sumado a la actitud pasiva que muchos asumimos como testigos mudos ante la catástrofe.

Nos dicen: No salga sólo tarde en la noche, no use joyas, accesorios ni ropa de valor, no conteste el celular cuando esté en la calle, preferiblemente use un celular sencillo, no muy costoso para evitar que sea robado. Y no se queje, que igual nada va a cambiar.

En pocas palabras limítese a respirar, pero bien pasito. Sea parte de las masas, no pregunte porqué, no exija, aguante y aguante que para eso los Colombianos somos buenos.

Muy en el fondo, sueño con el día en el que todo mejore, o para ser más realistas, el día en el que algo mejore, cualquier cosa pero que se vea un avance en algún aspecto, y no simples esperanzas y sueños rotos.

Tal vez, me quejo mucho y en el fondo hay algo de fatalismo en mi visión de la realidad, por eso reto a quien logre ver un rayito de sol en medio de la tempestad.

Ojalá esté equivocada, y que mí visión este nublada por la prensa roja, los medios amarillistas y los comentarios de otros Bogotanos que me han llevado a crearme ésta opinión.

Como dice el ciego: "Amanecerá y veremos".

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